domingo, 30 de mayo de 2010

Vuelve el espíritu de "Hoosiers"

Si hoy en día, a cualquier buen aficionado al baloncesto, le preguntas por el denominado “Milagro Milan”, muy pocos sabrían contestar de qué se trata.


Y es que por desgracia, el paso del tiempo es demoledor, por lo que podría ser hasta comprensible que la historia del instituto Milan en 1954, haya quedado parcialmente en el olvido.










En ocasiones, hay atisbos de “resurrección” que devuelven durante unos días a las páginas de algunos periódicos (especialmente americanos) el recuerdo de un equipo que fue considerado como uno de los veinte mejores del siglo XX, según “Sport Illustrated”, pero su historia sólo se desempolva unos días, hasta que vuelve a caer en el olvido durante años, y sólo vuelve a ser noticia ocasionalmente en la época de la “March Madness” o en alguna final estatal de institutos, pero casi siempre, sólo cuando algún equipo muy modesto haya logrado la proeza de llegar a la final.


Cuando eso ocurre, se habla del “espíritu Hoosier”. ¿A qué hace referencia este espíritu?


A la formidable historia del pequeño y modesto Milan High School (que contaba con 161 estudiantes), situado en el estado de…Indiana, cuyo gentilicio en EEUU es “hoosiers”.


En 1954, liderados por el tirador Bobby Plump, estos humildes jugadores del instituto Milan, dieron la sorpresa en el campeonato estatal, donde habían obtenido un balance de 19-2, dejando atrás a algunos institutos muy superiores a ellos, algunos de los cuales contaban en sus filas con algunos jugadores que harían historia en la NBA, como el instituto Crispus Attucks de Indianápolis, donde jugaba un tal Oscar Robertson que ganaría un premio MVP diez años después, y un anillo de campeón en 1971.


Tras dar la sorpresa eliminatoria tras eliminatoria en la fase final, se plantaron en la final ante el instituto Muncie Central, uno de los claros favoritos desde el comienzo del torneo dada su calidad.


Fue una final muy reñida, como lo demuestra el hecho de que durante casi todo el último cuarto, el partido estuviese empatado a 30.


Bobby Plump, tras aguantar la posesión durante un tiempo en la parte alta de la zona, realizó un lanzamiento que no entró, e hizo que los aficionados del instituto Milan perdiesen la esperanza en el partido.


Pero los “Indians” del instituto Milan no se amilanaron precisamente, y tras defender a muerte la siguiente posesión, y dejar sin anotar a Muncie Central, volvieron a disponer la posesión.


Nuevamente, el base Bobby Plump aguantó la pelota antes de pedir tiempo muerto a falta de 18 segundos.


Tras la reanudación, y nuevamente desde la parte alta de la zona, el base de último año dispuso de una última oportunidad.


Una oportunidad para hacer historia, para redimirse personalmente por su anterior lanzamiento errado.

Una oportunidad para ganar.


Cuando el balón salió de sus manos, la respiración tanto de los aficionados como de los jugadores se cortó, mientras en una fracción de segundo, una pregunta volaba en la cabeza de los presentes.


¿Sería posible que el modesto instituto Milan anotase esa canasta final para ganar el campeonato estatal?


Por algún motivo, el destino quiso que así fuera.


Bobby Plump anotó aquella canasta, y los Indians de proclamaron campeones en un partido que está considerado como uno de los mejores de la historia, por desconocido que pueda ser para el gran público.

Más de dos décadas después, en 1986, se rodó la película “Hoosiers” (con Gene Hackman y el recientemente fallecido Dennis Hopper), que está situada en el puesto nº13 de las películas más inspiradoras de todos los tiempos según el American Film Institute.



Así que evidentemente, aunque pocos conozcan esta historia, hablamos de algo grande, de una auténtica heroicidad que inspiró y sigue inspirando a muchos institutos y equipos modestos de EEUU.

Fue un equipo modelo, sin ningún problema, y su fortaleza residía en el conjunto.








Quizás, inspirados en el “Milagro Milan”, y claramente portando el “espíritu Hoosier” del estado de Indiana, los Pacers han logrado llegar a las finales 2010.

No fue una temporada fácil, pero desde luego tampoco ha sido muy difícil.

Fueron paso a paso sin hacer ruido, subiendo poco a poco, especialmente tras la llegada de Andrei Kirilenko a cambio de Mike Dunleavy, que supuso el cambio que quería a toda costa su entrenador.

Tras ganar el título de la Central Division por tener el mejor balance (50-32) de esta división, se clasificaron para playoffs siendo una de las agradables sorpresas de la temporada, pues pocos esperaban que un quinteto formado por Roy Hibbert, Troy Murphy, Andrei Kirilenko, Danny Granger y TJ Ford dejase tan buenas sensaciones.


En primera ronda no pudieron contar con Andrei Kirilenko por lesión, pero eso no importó.

Su entrenador sabía que la fortaleza del equipo, al igual que en el caso del instituto Milan, residía en el conjunto y en la química, no en las individualidades.

No le importó confiar en Matt Harpring, y ganaron la serie por 4-1 frente a los 76ers.

En segunda ronda la cosa parecía más difícil, pues no tenían el factor cancha a favor ante unos Wizards que tuvieron mejor balance en regular season, y seguían sin contar con Andrei Kirilenko, a quien le recomendaron reposo, especialmente porque seguían confiando en Matt Harpring.


Ganaron el primer partido en Washington, pero en el segundo, no sólo cayeron, si no que perdieron a Troy Murphy, uno de los pilares del equipo.

Tampoco importaba, la fortaleza residía en la química, en la humildad, y en el trabajo duro.

No tembló ni dudó en ningún momento su entrenador cuando decidió confiar en Jeff Foster y Tyler Hansbrough para suplir esta importante baja.

Sorprendentemente, el resultado final de la serie fue 1-4, aún sin contar con todos los efectivos.


Ya habían hecho suficiente.

Se habían plantado en las Finales de Conferencia ante Orlando Magic (mejor balance de la temporada con 60-22, y claro favorito al título), cumpliendo su objetivo de la temporada.

Evidentemente, soñar con las Finales por el título, y más derrotando a Orlando Magic con el factor cancha en contra de inicio, era una utopía.


Pero ni su entrenador ni los jugadores se rindieron.

Salieron a disfrutar, sin miedo, en cada partido.

Sabían que no tenían nada que perder.


























Perdieron el primer partido en Orlando por un contundente 119-94.

Estaba claro que no podían plantarle cara a un equipo tan superior.

¿Pero realmente estaba tan claro?


El segundo partido en Orlando llamó la atención de propios y extraños: 104-108, tras forzar la prórroga en el último segundo.

¿Había sido suerte o un mal día de los Magic?


Parecía difícil que se repitiese un resultado así, por lo que en Indiana ya se sentían satisfechos por haber ganado un partido en las Finales de Conferencia ante un equipo tan potente.

Aun así, no tenían nada que perder, y sí mucho que ganar, sobre todo jugando los dos siguientes partidos en Indiana.

El objetivo era ganar al menos uno ante su público, no pedían nada más.


111-93 en el tercer partido de la serie, dejando una sensación de que aún tenían algo que decir y podía haber sorpresa si no se rendían.


No lo hicieron, pero el contundente 83-109 del cuarto encuentro, empataba la eliminatoria a 2, y devolvía a los aficionados Hoosiers a la realidad: para los Pacers, la final era un sitio donde iban como espectadores, y más volviendo a la cancha de Orlando, donde los Magic podían asestar el golpe de gracia.


89-97.

Ya si que no parecía cuestión de suerte.

Si los Pacers vencían por 2-3 en las Finales de Conferencia a los Orlando Magic (60-22, recordemos), y sin contar con Troy Murphy, no era cuestión de suerte.


Era cuestión de orgullo, de casta, de espíritu de superación.

De espíritu hoosier, en definitiva.


Así que al entrenador de los Indiana Pacer, Jack Bauer, no se le ocurrió mejor idea y mejor homenaje al mítico equipo de 1954, que ponerles la película “Hoosier” antes del 6º partido en Indiana.


¿Qué perdían por intentar salir a jugar de tú a tú a los Orlando Magic en Indiana?

Sólo se trataba de perseguir ese sueño llamado anillo.

Sabían que si perdían, sería casi imposible volver a ganar en Orlando en el séptimo partido, así que tenían que salir a por todas para hacer historia.


Era ahora o nunca.


No era nada fácil, pero ganaron.


Y para quien se pregunte el por qué o el cómo, es sencillo de explicar y de demostrar: la clave era el conjunto.




Los dos mejores jugadores de los Pacers fueron los titulares Granger y Ford, pero dos suplentes como Tyler Hansbrough y Travis Diener se fueron a los 17 y 11 puntos respectivamente, demostrando el por qué su entrenador confía tanto en el conjunto como tal.


Ahora están en la gran Final, tras hacer historia.



Nadie hubiera apostado un dólar por ellos hace unos meses, pero ellos sí que confiaron en sus posibilidades, y aquí están, esperando a Los Angeles Lakers


Da igual quien la gane.

Los Indiana Pacers han rememorado mejor que nadie el espíritu de un par de generaciones anteriores, y en el mismo lugar que hace más de medio siglo: Indiana.


Han llegado a una Final siendo un equipo modesto, eliminando a conjuntos muy superiores como Washington Wizards y Orlando Magic.


Pero sobre todo, y quizás de lo que ellos se sienten más orgullosos, es de haber conseguido que se vuelva a hablar del espíritu de su tierra, del espíritu hoosier.


Quizás, después de todo, aún quede tiempo para las hazañas heroicas en los tiempos que corren.




Escrito por Jack Bauer, entrenador de Indiana Pacers

5 comentarios:

  1. Muy currado:) Felicidades por llegar hasta donde has llegado:)

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  2. Grandisimo Jack!!!
    me alegro mucho por llegar a donde has llegado con un equipo que me gusta tanto como los Indiana Pacers
    ahora a dar la sorpresa de nuevo en la final!!
    Vamos Pacers!!!

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  3. escrito por AlvaroJ XD
    que se me olvido ponerlo XD

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  4. Pues es una de las sopresas del año, a mi cuando me metio el 1-4 ya veia yo que iban en serio (recordar que me metio un 0-3 sin murphy).

    Felicidades a Jack, pero tengo que decir que yo siempre voy con mis Lakers :D

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  5. Así me gusta, jordi jeje.

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